lunes, 14 de junio de 2010

Protagonista de su propia historia de amor.

Desde hoy, la actriz -"muy feliz" con Chacho Alvarez- vuelve al ruedo con una nueva telenovela por Telefé, junto con Arturo Puig y Adrián Navarro


Soledad Silveyra habla, cuenta, saluda, pide el almuerzo, le agradece al mozo con un amable "gracias, maestro", y habla un poco más. Contesta antes de que se le pregunte e incluso revela cosas sobre su vida privada que muchos en su posición preferirían no contar. Pero ella no. Ni el título ni la trama de Secretos de amor , la tira que comenzará hoy, a las 14, por Telefé y que ella protagoniza, parecen haber influido a la actriz. "Estamos haciendo una encuesta con Alvarez y sus hijas para ver cuántos matrimonios de treinta años hay que se lleven bien. Esto empezó antes de la novela. Es una encuesta que venimos haciendo desde el verano. [Se ríe]. Y querés que te diga, encontramos varios. Quedé sorprendida. Un caso típico que yo pensé que no existía y me lo refutaron Arturo Puig y Selva Aleman. Cuando le planteé esto, él me dijo: «La sigo deseando como el primer día». Entonces, ahí tenés", dice Silveyra. El Alvarez que menciona es "Chacho", su pareja desde hace un tiempo y, aunque dice que la preocupación por los matrimonios longevos es anterior a su trabajo en la novela, lo cierto es que tiene mucho que ver con la historia que escriben Marisa Grinstein, Liliana Esclair ( Mujeres asesinas ) y Marisa Quiroga.

La tira la muestra como Diana, una mujer felizmente casada con Antonio (Puig) hace treinta años, madre de dos hijos, Nacho (Juan Gil Navarro) y Paula (Eliana González), que dejó su profesión para dedicarse a su familia. Claro que el cuadro de la familia perfecta está repleto de grietas. A pesar de que, al menos en principio, Diana no se dé cuenta de nada. Algo que a la actriz le costó entender y compartir con su personaje. Y no fue lo único: "Ahora veo que hay muchas parejas de muchos años, aunque mi experiencia personal no haya sido esa. Yo de siete años no paso: con [José María] Jaramillo llegué a diez, pero fue una excepcionalidad absoluta y total. No creo que se vuelva a repetir. A mí no me aguanta nadie. Con Alvarez, vivir esta pasión, este amor y después dejarlo en paz. Estamos muy bien, muy felices, en algún momento tiene que venir el bajón", se ríe Silveyra, aunque parece creer lo que dice. Y como se da cuenta de que tal vez contó demasiado, rápida, experta en esto de las entrevistas y la exposición pública, redirige la conversación a Secretos de amor, aunque no puede evitar la adjetivación muy a lo Solita.

"Diana está felizmente casada y, de repente, aparece este muchacho, que está espléndido, la verdad. Me parece que Adrián Navarro tiene esta cosa de galán maravillosa, lo vengo viendo desde Vidas robadas , y le vengo insistiendo a Claudio [Villarruel] para que contrate a estos dos pibes, a los Navarro. Le decía: «Estos chicos son un golazo juntos». Y mirá qué suerte tengo que me los vengo a quedar yo a los dos. Era una buena oportunidad para esta historia y, por suerte, Claudio y Bernarda [Llorente] lo vieron", se entusiasma la actriz al hablar del armado de la primera coproducción entre Telefé y On TV, la productora que fundaron los ex directores de programación del canal a principios de este año.

Los Navarro -o más bien, sus personajes- contribuirán a perturbar la armonía familiar, emocional y hasta laboral de Diana. Un par de bombas de tiempo a punto de estallarle en la cara sin que ella se dé cuenta de lo que pasa hasta que sea demasiado tarde.

Cosas que pasan

"La novela arranca ya con el conflicto encima. Algunas cosas le pasarán al personaje de Arturo y ella conoce al abogado que interpreta Adrián Navarro, pero no se enamora de entrada. Eso es algo que ella no concibe. Me va a tener que ganar. Va a tener que laburar. Para que después todas las que miran la novela digan: «¡Idiota, despertate, aprovechá que esto no te va a pasar nunca más en tu vida!»", fantasea la actriz, y se ríe de su ocurrencia, que apunta directo a esas conversaciones entre amigas, mujeres que imaginan, y a veces prueban, aquello de que en el amor la diferencia de edad no importa.

"Puede llegar a darse que alguna gente defienda al matrimonio de 30 años. Sería muy interesante porque significa que todos crecemos como personajes y que todos nos potenciamos. Algo así pasó con Patricio Contreras en Vidas robadas . La idea original era que su personaje apareciera en el primer capítulo y se armó un vínculo tan maravilloso entre nosotros, que Claudio trató de conservarlo todo lo que la historia lo permitía."

En este relato, los lazos de pareja tendrán tanto peso dramático como aquellos entre padres e hijos. Antonio y Nacho están peleados, y comparten un secreto que Diana desconoce. Un pacto de silencio que a Solita le parece inconcebible.

"Me reuní con las tres autoras que siempre me refuerzan y yo fui aceptando que hay cosas que no aparecen del personaje porque ella misma las irá descubriendo. Esa es la mayor dificultad. De todos modos, trato de ser verosímil, interpretando a una mujer bastante parecida a mí y tengo un excelentísimo actor en Juan Gil Navarro, que me ayuda horrores. El hace de mi hijo y me subyuga de tal manera, lo amo tanto, que me agarré de eso. Porque de verdad me pasa algo muy auténtico con él", detalla la actriz.

De afuera hacia adentro

Antes de que comience la entrevista, antes de que Silveyra tenga que grabar su primera escena del día en los decorados del estudio de Martínez de Telefé, la actriz tiene que resolver el misterio del reloj perdido. No se trata de una cuestión de vanidad ni personal, sino actoral. Es que para "armar" a Diana Silveyra viajó a Nueva York a comprarle su ropa, su estilo y su reloj, claro. Pero mientras recorría Manhattan a bordo de una camioneta que la llevaba a extraños negocios de baratijas e imitaciones chinas, olvidó comprar un repuesto del reloj de Diana. Tal vez, porque estaba muy concentrada en diferenciarla de Paz Achával Urien, la señora bien que interpretó en Amor en custodia.

"Empecé por el afuera. Sabía que ésta era una mujer que tenía que estar bien como para atraer a un pibe joven hasta tal punto que se enamorara de ella. Tiene que tener algo especial, ser una mujer atractiva. Cosa que, en principio, no me divertía nada. Por eso adoré hacer Vidas robadas , donde me venía en chancletas y seguía así frente a cámara. Y encima cuando aparecés así te dicen que sos buena actriz, está bárbaro", vuelve a reírse, un poco de ella y un poco de la cobertura mediática que conoce y padece hace años. Aunque ahora, dice, ya no la molestan tanto.

"Ahora se ocupan de las vedettes y a los actores nos joroban menos. En ese sentido, vinieron bárbaro las colas y el caño. Las actrices pasamos a un segundo plano. Sólo les importa si nos ponemos de novias de viejas. Y si estás contenta menos les importa. Para mí, en ese sentido, ha sido un descanso", termina con una sonrisa que dice lo que, por esta vez, la actriz prefiere mantener en secreto.

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