sábado, 5 de junio de 2010

"Mis hijos están chochos con Chacho".

Vuelve al culebrón con Secretos de amor en las tardes de Telefe. Feliz con su relación sentimental con el ex vicepresidente, asegura que a su familia le resultó difícil sobrellevar su fama y sus amores. Recuerdos y diferencias con su ex, hoy secretario de Cultura de Macri.
El amor tiene mucho de puesta en escena, de mostrarles a los demás que se atraviesa ese sentimiento, esa alegría, para materializarla, como si de esa exhibición dependiera aceptar que eso tan parecido a un sueño es real. La puesta en escena es así: ella está sentada en un sillón, habla por teléfono con él, y dice alzando la voz y con una sonrisa en los labios: “¡Ay, mi amor, no digas esas cosas que estoy con el periodista, qué va a pensar!”. Ese chichoneo tiene como destinatario no sólo a él que está al otro lado de la línea, sino también al periodista, al asistente, a la representante del canal e incluso al fotógrafo. Ella muestra su amor –o, más precisamente, que le acaban de decir algo amoroso o pícaro que vaya uno a saber qué fue– con orgullo. Alguien podría decir que ese exhibicionismo sentimental es otro más que los que prodigan los adolescentes cuando intentan demostrar ante el mundo que han crecido, pero esta puesta en escena no pertenece a una tira juvenil de la tarde, y se particulariza aún más si ella es, nada menos, que Soledad Silveyra y del otro lado del teléfono celular, vaya uno a saber dónde, se encuentra su novio, el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez.

Atrás quedaron los secretos –y, por qué no, la sorpresa– del 2009. Hoy, la actriz no sólo se permite la puesta en escena que la muestra espléndida y enamorada –o, si se prefiere, espléndidamente enamorada–, sino que habla sin tapujos de la relación que la une con el hombre que mantuvo en vilo al país con una renuncia histórica. Tanto brillo en el rostro resulta opaco, en comparación, cuando habla de Secretos de amor, la tira que ocupará las tardes de Telefe a partir del 14 de junio y donde la acompañan Arturo Puig, Juan Gil Navarro y Adrián Navarro. No se trata de que le falte entusiasmo, sino que lo enfrenta con profesionalismo y lo amoroso le otorga otro color a su piel.

En Secretos... será Diana, una mujer que abandonó el derecho para dedicarse al hogar que formó con su marido (Puig), pero que cuando éste decide retirarse (en el primer episodio de la tira) ella opta por volver al ruedo laboral, lo que la llevará a conocer a un joven abogado (Adrián Navarro) y ya nada será como era.

—¿Es muy difícil encarar a esta mujer de clase acomodada luego de la humilde Rosario de “Vidas robadas”?

—¡Voy a extrañar tanto a Rosario! No sólo porque fue un personaje hermoso, entrañable, sino porque representaba la ventaja de que me despertaba y ya estaba lista para el papel. Con Diana es más complicado, tienen que maquillarme como dos horas...


—La tira plantea un triángulo inusual: no sólo una mujer se enamora de un hombre más joven, sino que lo hace engañando a su marido de edad acorde...

—Bueno, hay que ver cómo se desarrolla, si el personaje de Arturo es tan fiel, si no se trata de que el de Adrián Navarro se enamora del mío, pero yo no de él... En lo personal, yo viví el amor con un hombre más joven. Me atreví a vivirlo con alguien que era buena persona y que, por suerte, se llevaba bien con mis hijos, lo cual no siempre es fácil.


—¿Es difícil ser hijo tuyo?

—Y, no es fácil. No lo digo sólo por los novios que tuve... Ellos son dos varones (Baltazar y Facundo Jaramillo), y en la adolescencia la tuvieron difícil. Me acuerdo de una vez que, por el maldito invento de las videocassetteras, el mayor, cuando tenía trece o catorce, vio Ultimos días de la víctima, que era prohibida para dieciocho y donde yo tenía una escena de sexo muy fuerte... Me acuerdo de la cara de él cuando me encaró y te juro que me sigue doliendo percibir su dolor, su desconcierto (sus ojos se llenan de lágrimas). No es fácil.


—Bueno, pero ahora tenés un novio más parejo de edad... ¿Tus hijos te dicen “¡al fin uno normal!”?

—(Lanza una carcajada) Y, algo así... Están chochos porque me ven bien.

—¿Y vos estás bien?

—Fantástica. Con Alvarez nos llevamos bárbaro. Me siento realmente enamorada, en un estado...

—¿Un estado de gracia?

—¡Esa es exactamente la expresión! Estoy en estado de gracia. Nos acompañamos, nos amamos. Y estamos en un momento donde sólo nos tenemos uno al otro. Las hijas de él y mis hijos ya no necesitan que los cuidemos, por lo que podemos dedicarnos más a nosotros.


—Hay un hecho curioso: vos estuviste en pareja con Hernán Lombardi y hoy con Chacho Alvarez, que están en veredas ideológicas enfrentadas...

—(Interrumpe) Uno se fue (del gobierno de Fernando de la Rúa cuando estalló el escándalo de los sobornos en el Senado) y el otro se quedó...

—Exacto. Y si bien en su momento integraron el mismo gobierno, hoy están enfrentados.

—¿Te parece que están tan enfrentados? Yo estoy segura de que en algún lado todavía queda algo de aquel Hernán Lombardi que levantaba con valentía las banderas radicales... Más allá de eso, me parece que estaría bueno, que no haya tanto enfrentamiento político. El país necesita salir adelante, que todos empujemos...

—¿La unión entre todos no es utópica?

—Sí, claro. No digo que tengan que trabajar todos juntos, para nada. Lo que sí me parece es que, como país, deberíamos alcanzar un grado de convivencia entre quienes piensan distinto.

—¿Hasta qué edad se puede protagonizar una telenovela?

—Y, depende del país. En México o Brasil hubo novelas protagonizadas por actrices de setenta y pico... Obviamente, no son los triángulos amorosos clásicos. Cuando la edad avanza el cuerpo se hace cargo, ya no es fácil mostrar erotismo, la piel no es la misma... Pero siempre hay posibilidad para cualquier clase de amor, en todas las edades.


‘“Su” y yo, de amores cortos’

Susana Giménez y Soledad Silveyra, contra lo que podría suponerse, tienen mucho en común. No sólo porque ambas son rubias y figuras históricas de Telefe, sino que también nacieron bajo el signo de Acuario (Susana el 29 de enero y Solita el 13 de febrero), y que ambas dieron sus primeros pasos en cine a la par, con pequeños papeles en filmes como Los mochileros (Emilio Vieyra, 1970), Los neuróticos (Héctor Olivera, 1971) y Así es Buenos Aires (Emilio Viey-ra, 1971). Para entonces, una ya había ingresado en la televisión con El amor tiene cara de mujer, y la otra ya había shockeado a los hombres en la publicidad del jabón Cadum.

—Arrancaron casi a la par y terminan como figuras exclusivas de una misma emisora. ¿No es curioso?

—Bueno, Susana y yo somos muy distintas, tenemos perfiles distintos. Ella siempre fue una mujer hermosa, con gran llegada al público, pero desde el lugar de una vedette. Yo fui actriz, que es diferente. Ella hacía que los hombres se volvieran locos.

—Pero vos tenías tu arrastre..., ¿quién tuvo más amores?

—Me parece que ella, porque yo tuve sólo cuatro o cinco.

—En una entrevista que le hicimos hace poco, Susana nos dijo que ella tuvo tres.

—¿En serio? Entonces yo tuve más, al final. Igual, lo que las dos tenemos en común es esa cosa de acuarianas en el amor: ninguno nos dura mucho. Mi relación más extensa fue con Jaramillo, que duró siete años y con quien tuve a mis hijos, pero fue la excepción. (Se queda pensando.) Sí, Susana y yo somos de amores cortos.


Fuente: Perfil

1 comentario:

  1. bien chicasgracias miles hermosa la nota ,se la ve muy feliz,bien por Álvarez todo un caballero

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