Entre la solidaridad y el aprendizaje. Protagonista del especial anual que emitirá El Trece sobre el Sida, la actriz sueña con hacer un clásico en el Teatro San Martín.
Todo transcurre en una bella casona en Caballito. Elena está intentando rehacer su vida después de divorciarse tras 30 años de casada. Después de mucha insistencia de su prima, acepta la invitación para ir a un boliche. Luego de la larga noche, la mujer amanece desnuda, con un travesti en su casa. “Ahora puedo tener toda la casa infectada”, dice desesperada, en una llamada de teléfono, envuelta en sábanas. Al rato, el director grita ¡ corten! y todos festejan.
La escena forma parte de Volver al ruedo, el programa de la Fundación Huésped por el Día Mundial de Lucha contra el Sida. El especial se emitirá el 2 de diciembre, a las 21.30, por El Trece; como sucedió en las anteriores emisiones –éste es el décimo envío consecutivo- la producción se realiza al costo, los actores trabajan ad honorem y el canal dona lo recaudado por venta publicitaria a la institución. Contada como una comedia de enredos, la historia gira en torno a una pareja que decide separarse; la hija de ambos está embarazada y siente las inseguridades y el fantasma del VIH.
La Elena que busca encauzar su vida es Soledad Silveyra. La prima entusiasta es Mónica Ayos. Y el elenco se completa con Jorge Suárez, Eleonora Wexler, Luciano Cáceres, Boy Olmi y Miguel Angel Rodríguez, entre otros.
Sentada en el jardín de esta casa de los años ‘30, “Solita” cuenta que el tema la toca de cerca porque perdió a alguien muy cercano por la enfermedad en los ‘90; habla del rol social de los actores. Y dice con entusiasmo de principiante que sueña con hacer un clásico en el Teatro San Martín.
-¿Cómo es tu personaje y qué sentimientos te removió grabar las primeras escenas?-Elena es una mujer muy prejuiciosa, miedosa y ochentosa en relación a lo que es el VIH. Me cuesta mucho recordar mi historia personal porque perdí a un ser querido muy cercano, a raíz del Sida. Fueron diez años muy duros, en los que él y todos los que lo rodeamos sufrimos mucho. Es uno de los motivos por los que decidí hacer este programa; me gusta la idea de poder transmitir un mensaje. Me acuerdo mucho de aquellos prejuicios de los años ‘80. Alguna vez, viví de cerca que alguien pidiera un cambio de sábanas porque ahí había dormido una persona que tenía el virus. Pasé muchas situaciones como ésa.
-A lo largo de tu carrera, siempre fuiste una activa participante en este tipo de causas. ¿Te parece que forma parte de la obligación de un artista?
- “Artista” es una palabra que me queda grande. No soy como las vedettes que andan diciendo que son artistas. Para mí, un artista es un creativo, un Picasso. Nosotros somos un transmisor entre el texto y el público. Me considero una trabajadora de la cultura o una actriz popular, pero no una artista. En cuanto al trabajo social, es algo a lo que estoy acostumbrada y creo que forma parte de nuestra obligación. A cada ministro de Educación que me encuentro, cualquiera sea su partido, le digo de la importancia que tiene la difusión de la lectura en las escuelas y me ofrezco para participar. Pienso en hacer algo muy simple: ir a una escuela y leer un cuento. Para un chico, no es lo mismo oír un cuento leído por la maestra que por Ricardo Darín, por dar un ejemplo. Se acordará siempre de ese día. Creo que los actores deberíamos ser más convocados. Cuando nos llaman, ponemos el cuerpo.
Lía Soledad Silveyra Urien, tal es el nombre verdadero de la actriz, tiene más de 40 años de trayectoria. Hizo teatro, cine y televisión, como actriz y conductora. Pese a tanto camino recorrido, habla con alegría renovada del teatro y de Javier Daulte, el director de Espejos circulares , que está haciendo hasta fin de mes en el Paseo La Plaza, junto a Jorge Suárez, Boy Olmi, Andrea Pietra y Victoria Almeida. Dice que dedicará los próximos meses a buscar obras, que sueña con pisar el escenario del Teatro San Martín y ser dirigida por “esta nueva y brillante generación de directores”.
-¿Cómo fue la experiencia de ser dirigida por Daulte? -Quisiera tenerlo a mi lado toda la vida. Pienso en él, en Claudio Tolcachir, en Alejandro Tantanian... Me encantaría seguir laburando con esta generación brillante de directores, sin menospreciar a los de mi generación. Todos tienen seguridad y una mirada del mundo particular, además de una fina ironía en la construcción de sus personajes. Nunca son del todo buenos ni del todo malos. Después de grabar los programas para El Trece voy a dedicar varios meses a buscar una obra. Me gustaría hacer El jardín de los cerezos , de (Antón) Chejov. El teatro shakespeareano y el chejoviano requieren de compañías grandes y sería muy difícil hacerlo a nivel privado. Quizá puedo armar una cooperativa. Todavía no lo sé.
-¿Alguna vez hiciste un clásico?
-Nunca lo hice y no me parece justo. Alguna vez me gustaría poder trabajar en el Teatro San Martín; una vez fui convocada, pero luego me bajaron porque dijeron que no estaba a la altura del teatro.
-Sos una actriz con varias décadas de carrera y a la que no le falta trabajo. ¿Todavía te duelen esas cosas?
-Claro que me duele, porque me encanta el teatro y porque la sala Casacuberta me parece un espacio maravilloso. Sé que no me voy a morir sin estar en ese teatro. Voy a empujar para que eso suceda.
-¿Es cierto que fuiste alumna de Tolcachir este año?
-Sí, hice un curso de tres meses con él y otro con el estadounidense George Lewis. Cuando no hago televisión, intento seguir formándome. Trato de meterme cosas adentro porque sino, uno saca y saca todo el tiempo. Es importante tener entrenada el alma y el cuerpo. Me meto en cursos en los que, a veces, soy la única veterana. Nunca tenemos que dejar de estudiar ni de entrenarnos; es una forma de aceptar todo lo que nos falta saber. Y yo tengo tantísimo para aprender todavía. Tantísimo...
Fuente:Clarín